Hay amistades que son estrellas, no siempre las ves, no siempre brillan, pero sabemos que siempre están ahí. Hoy quiero hablar de esas amistades que pasas tiempo sin ver, sin llamar... pero que en el reencuentro os ponéis al día de todo y sentís que todo está igual. Esas que perduran en el tiempo, sin juicio ni exigencia.
He vivido en distintas ciudades y países, y de todos los lugares me llevo a alguien especial. Y sí, puede pasar tiempo sin vernos, sin escribirnos o llamarnos, pero cuando podemos al fin encontrarnos, sentimos esa ilusión y esa conexión tan mágica. Con una mirada nos comunicamos, al tener la suerte de compartir esa telepatía tan especial.
Esas carcajadas al recordar viejas historias o por esa complicidad.
Disfrutemos de las amistades que nos iluminan, que nos acompañan y nos hacen disfrutar. Pero sobre todo de las que nos acompañan en nuestros mejores momentos, pero en especial, las que nos abrazan en los peores, esas que, si nos caemos, nos cogen fuerte y nos levantan.
Las que hacen que pierdas la vergüenza y te atrevas a hacer el ridículo por diversión, esa amiga que se acuerda de tu cumpleaños con antelación para ver cómo quieres celebrarlo, la que cada semana te manda un pódcast actualizándote, la que es un desastre de fechas y agendas, pero cuando la ves las risas están aseguradas.
Aquellas que te cuidan como mamá, y aquellas que tienen más trucos y remedios que la enciclopedia de la abuela. Esa que te quiere contar una anécdota graciosa y se ríe tanto durante la explicación que no la puedes entender, pero te contagia su risa.
Esa que conoce mil ofertas y datos interesantes... La que organiza los viajes y eventos... La que siempre llega tarde o pierde algo... Hay tantas... Y todas son tan especiales.
Y cómo dicen por ahí: quién tiene un amigo, tiene un tesoro. Así que cuidemos y disfrutemos de nuestros tesoros.
¿Y tú que clase de amiga eres?
Me ha encantado 🥰