Vivimos en una sociedad que continuamente nos empuja hacia adelante. Desde que somos pequeñas, nos enseñan a pensar en el futuro y a responder a preguntas como “¿Qué quieres ser cuando crezcas?”, “¿Cuáles son tus metas a largo plazo?”, “¿Cuál es el próximo paso?”. Esta mentalidad de “siempre mirando hacia adelante” puede ser útil para alcanzar objetivos, pero también tiene un coste. ¿Por qué? Porque, a menudo, nos perdemos el presente, intentando conseguir el futuro.
Es importante recordar que el aquí y el ahora es el único momento real que tenemos. Si te detienes a pensarlo, el pasado ya se ha ido, y el futuro aún no ha llegado. Sin embargo, es fácil quedar atrapada en nuestra mente, preocupándonos por lo que viene después o reviviendo lo que ya pasó. Al hacer esto, olvidamos disfrutar lo que está justo frente a nosotras.
Piensa en cuántas veces has estado en una conversación, pero en realidad, tu mente estaba en otra parte. O cuántas veces has realizado tareas cotidianas en “piloto automático” sin ser realmente consciente de ellas. Estos son momentos en los que no estamos presentes. Y, cuando vivimos así, la vida pasa de largo sin que nos demos cuenta.
"Abrazar el aquí y el ahora" no significa que debamos olvidar nuestras responsabilidades o dejar de planear el futuro. Se trata más bien de encontrar un equilibrio: hacer espacio para estar plenamente en el momento, disfrutar de lo que tenemos ahora mismo y encontrar pequeños instantes de paz en medio del caos del día a día.
Muchas veces, dejamos de hacer cosas porque pensamos: "Ahora no tengo tiempo", "Ya lo haré cuando termine tal cosa" o "Cuando logre esto otro...". Pero, a veces, la vida nos deja un mensaje: "O lo haces ahora, o quizás ya no habrá tiempo, no tendrás esa oportunidad."
Soy de las personas que piensan en ese dicho tan popular: “que me quiten lo bailao”. Si se me presenta una oportunidad, una aventura, un plan que me apetece, soy de las que digo sí, sin pensarlo mucho. La vida da tantas vueltas, que cuando te ofrece disfrutar de algo, hay que darle la mano y decirle: me voy contigo.
Gran parte de mi vida he tenido esta filosofía, pero después del COVID, se acentuó. Esos tres meses confinada en casa, esa libertad perdida por las restricciones, me hicieron replantearme muchísimas cosas. Me quedó claro que, de la noche a la mañana, la vida puede romper tus esquemas, encontrarte en una situación jamás imaginada, y todos tus planes se van al garete.
Así que mientras tu salud te lo permita, disfruta. Súbete a ese tren, y no lo pierdas.
Somos una generación que creció pensando que había tiempos lineales en la vida: crecer, estudiar, conseguir tu carrera profesional, comprarte un piso, casarte y tener hijos. Pero, al crecer, te das cuenta de que, a veces, según las circunstancias personales y económicas del país, conseguir una estabilidad profesional no es fácil. Y más con un país en continuas crisis financieras. Casarse está sobrevalorado, porque antes era lo "normal" para la sociedad, e incluso, si no lo hacías, estaba mal visto: “solterona, te quedas para vestir santos”. Ahora tenemos el derecho a decidir si queremos casarnos o no (aunque sé que esto aún no es posible en todos los países). Y la maternidad es una decisión nuestra (quienes somos privilegiadas, lo sabemos). Pero ya es un cambio muy importante.
Ahora que puedo tomar mis decisiones, con la situación que tengo, soy consciente de que voy a disfrutar todo lo que pueda, y más, y que me quiten lo bailao.
Y quiero acabar, haciéndote una pregunta…
¿Cómo puedes estar más presente en tu día a día y disfrutar de lo que la vida te ofrece en este preciso momento?
Recuerda, la vida se vive momento a momento. Abrazar el presente es el mayor regalo que puedes darte a ti misma.
😊
Que Bueno vivir el presente y disfrutar de las vivencias que nos presenta la vida.
Yo también soy del club: y que me quiten lo bailao!